viernes, 25 de marzo de 2011

Me vuelvo nihilista

Me voy a tomar unas pastillas rosas porque sueño con no soñar. A cualquier otra parteeeee...
Porque ya no puedo más. Ya está bien, ¿no? Ya vale, gente, voy a cerrar las fronteras y las carreteras, y el espacio aéreo, y pondré una gran red en el mar que impida el paso, para que nadie pueda salir de Barcelona si no es para volver al rato. No quiero soñar con lo pasado en Barcelona en este último año, porque la gente que ahora está en Perú, Brasil, México, Portugal, Canet de Berenguer, Madrid o Colombia me ha hecho no querer estar en cualquier otra parte diferente a la ciudad que nos colocó en el momento perfecto y el lugar correcto.


















O quizás sí... Porque hoy he recogido un montón de folletos y me he acordado de Milán. Porque el otro día en Vinçon vi unas sillas de Pantone. Porque cuando blogueo sé que me leen. Porque me encuentro con gente que conocemos todos y quiero llamar por teléfono para comentarlo. Porque soy incapaz de bailar pero he conseguido hacer mis pinitos de salsa mientras me llevaban. Porque las inauguraciones son demasiado serias y aburridas si voy sola.
Dice Fermin Romero de Torres a Daniel Sempere frente a la playa de la Barceloneta que 'Barcelona es una ciudad bruja; se le mete a uno en la piel y le roba el alma sin que uno se dé ni cuenta'. Esta ciudad tiene mi alma, y también hay un cachito en cada rincón del mundo en el que ahora se encuentra esa gente que ha convertido Barcelona en el lugar donde quiero estar.

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