jueves, 24 de febrero de 2011

Un derecho y una fecha

Por algún extraño motivo, cuando pienso en el tema de la libertad de expresión, me viene a la cabeza una de esas películas romanticonas-hollywoodienses que disfruto viendo una y otra vez (por otro extraño motivo). En ella el presidente de los Estados Unidos, con bastante más presencia que los de la realidad, habla sobre este tema. Pregunta "¿quieres libertad de prensa? Entonces te tocará escuchar a un tío que cada vez que habla hace que se te revuelva todo".
Blogueo. Me encanta escribir y ser leída, e internet me lo pone fácil. Poner lo que has escrito en abierto, sin ningún tipo de censura, implica que lo lea gente que está de acuerdo, y gente que está en desacuerdo. Y tragas algún que otro sapo. Intentas ser respetuosa aunque te repatee lo que te cuentan. Recibes halagos, y aguantas faltas de respeto e insultos, tener que leer que no tienes ni idea. Pero es lo que tiene ese gran derecho, el número 19 de la Declaración de Derechos Humanos: "Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y de recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión." Un derecho nadie te lo puede quitar... Vivimos en una sociedad de derechos, en democracia. Y eso es siempre bueno a pesar de los malditos sapos.
Y hablemos de democracia en el día en que España conmemora su triunfo. Han pasado treinta años y ahora conocemos casi todo lo que pasó, aunque siempre falten cosas. Un día para no olvidar. No es casposo recordarlo. Pienso que es positivo, para ver la gran evolución de este país. De la democracia. Hace treinta años, diputados y senadores quedaban secuestrados en el edificio representativo de la soberanía popular, dejando al país en vilo. Ha dicho Santiago Carrillo, uno de los grandes protagonistas del día, que no celebramos nada. Vale, está bien... pero yo creo que es el día en que nuestra sociedad se hizo mayor y dio un paso al frente. Le dijo al ejército lo que pensaba otro de los protagonistas del día, el Capitán General Gutiérrez Mellado: que su función era servir. No hicimos lo que está sucediendo ahora en países más o menos vecinos, salir a la calle a protestar: todos estaban encerrados, atemorizados, a la espera de acontecimientos. A la calle salieron todos al día siguiente, tras una pancarta en la que se leía 'Por la libertad, la democracia y la Constitución'. Lo entiendo: había miedo, porque estaba reciente el triunfo de un golpe como éste.
Mientras en el Congreso unos políticos se escondían bajo sus asientos, los más "especiales" estaban en la Sala de los Relojes fumando y viendo pasar el tiempo, los periodistas observaban desde un hotel los acontecimientos, la Ser ponía música e informaba de lo que iba sabiendo y El País sacaba ediciones especiales, en un rincón de Castilla mi familia vivía con intensidad esos momentos. Mi madre recuerda y aborrece una película de Bob Hope que daban en la tele. Mi tía quemaba el primer ejemplar de Avui y algún que otro papel comprometedor. Se hicieron desaparecer fichas de afiliados a un sindicato. Mi padre quería largarse de este país, 'prefería irme (a Brasil vía Portugal fue mi primer pensamiento) antes que clavar la rodilla ante unos nuevos fascistas que me podían haber represaliado por el mero hecho de haber sido un demócrata de izquierdas convencido'.

Hoy, treinta años después, a todos se les notan esos años pasados, a todos les pesan, bueno, menos al diputado comunista secretario general de ese partido que había sido recientemente legalizado, que tiene 96, que se mantiene igual (¿un pacto con el diablo? mala hierba nunca muere, dice mi madre que es un talibán como yo...). La Ministra de Defensa comenta en un acto oficial que 'el Ejército español es el que Manuel Azaña habría soñado'. Y no pasa nada. Tenemos democracia. Tenemos libertad. Aunque a veces conlleve tragar sapos...
Es la 1:11 de la madrugada del 24 de febrero de 2011, escucho al Rey ordenando 'tomar todas las medidas necesarias para mantener la legalidad constitucional vigente', y firmo lo que comenta mi padre: 'Sirvan estas líneas como homenaje a todos los que tanto dieron por nuestras libertades a lo largo de años y años y especialmente en los durísimos años de la dictadura franquista'. Durante mi existencia me han sabido argumentar, 'unas veces con más apasionamiento que otras, pasito a pasito, que qué bonito es vivir en libertad y en democracia, y que no vamos a consentir a ningún Tejero, Armada, Milans... que nos la quiten. Ya no vamos a tener que cantar con Labordeta eso de que habrá un día en que todos, al levantar la vista, veremos una tierra que ponga libertad; en esta España nuestra gracias a un pueblo que ha sido históricamente amante de las libertades siempre la tenemos a la vista'.

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