martes, 26 de abril de 2011

23 de abril

Al grito de CASTILLA ENTERA SE SIENTE COMUNERA, dos millones de castellanos y leoneses se reúnen en la Campa de Villalar para conmemorar el día de su Comunidad...

Hubo un tiempo en el que los castellanos se rebelaron ante la adversidad que tenían encima. Un rey ingrato que no conocía las costumbres, tradiciones y ni siquiera la lengua del país que debía gobernar exigía de las Cortes dinero para poder coronarse emperador en la lejana Alemania. Así, el pueblo se levantó en armas contra el poder en el primer conato de revolución de Occidente. La Santa Junta formada por las ciudades hermanadas, promulgó una ley de mucho aliento, actual casi cinco siglos después, admirable, valiente:
Que en el futuro a los grandes
se les quite del gobierno,
que no guarden fortalezas,
que no cuenten con guerreros,
que tiranías pasadas
no puedan volver con ellos.
Que cuadrillas y parroquias
ejecuten lo dispuesto.
que los vecinos se acerquen
para prestar juramento.
La lucha larga ha de ser
por la libertad del reino
que no fuera libertad
la que los reyes le dieron,
que libertad concedida
no es libertad, sino fuero.
Igualdad en el pechar
para el futuro queremos,
que se den mejores tratos
a los indios de este reino,
que nada se dé a los jueces
si bienes hay en un pleito
y se libere a la reina
de su vivir en encierro.
 

249 comuneros de más talla, y el pueblo que llevaba cruz roja al pecho, de rebeldía, como insignia comunera, lucharon y perecieron en Villalar. Y los cabecillas, Juan de Padilla y Juan Bravo, y Francisco Maldonado, fueron ejecutados al día siguiente acusados de traidores a la Corona.
Y "desde entonces ya Castilla no se ha vuelto a levantar, en manos de rey bastardo o de regente falaz, siempre añorando una junta o esperando un capitán". "Quién sabe si [...] las llamas comuneras otra vez crepitarán".

Es el día de mi tierra. De mi comunidad. El día que más me gusta, en el que me siento orgullosa de mis orígenes, de esa tierra que era centro del mundo conocido, eje de un imperio donde no se ponía el sol, donde gentes de mejor o peor fortuna, de posición más o menos alta, luchaban con orgullo por lo que creían, por su identidad y su libertad. Soy castellana, y orgullosa de serlo.


En la Ciudad Condal, en la capital catalana, el 23 de abril se celebra Sant Jordi. Hi havia una vegada... un dragón que atemorizaba al pueblo donde vivía, ya que después de acabar con animales y plantas comestibles, empezó a comer a las personas. Ese pueblo tenía un rey (como en todos los cuentos, monarquías extrañas...), y la primera persona elegida por consenso para convertirse en primera víctima mortal para el insaciable apetito del animal mitológico fue su hija, la princesa, que era guapa y simpática y buena. Eso no podía permitirse... así que apareció un caballero de brillante armadura y caballo blanco, Jorge/Jordi/George, que mató al dragón. De su sangre brotó un rosal, primer regalo que recibió la guapa princesa del santo enamorado, por supuesto. Es por eso que los caballeros andantes regalan a las damas de su corazón una rosa roja... con una espiga que parece ser que simboliza prosperidad pero ya hasta ahí mis conocimientos sobre la leyenda no llegan, que sólo la he escuchado una vez y así de manera un poco sui generis.
Para empezar el día, A vivir que son dos días con Isaías Lafuente ante la puerta de Radio Barcelona Cadena Ser. ¡Gracias por la rosa! Y por la compañía, y por sentirme al lado de mi mamá cuando estamos ambas al otro lado de las ondas.

"Si un marciano llegara [este pasado 23 de abril] a Barcelona tendría una imagen mejor de la raza humana", contaba el periodista y escritor italiano Emilio Marrese. Se respiraba cultura, amor y felicidad. Las Ramblas, Portal de l'Àngel y Rambla de Catalunya, llenas de gente, de turistas de más cerca o más lejos que me dan trabajo descubriendo la fiesta y de aborígenes siguiendo la tradición, ofrecían las últimas novedades editoriales en cada puesto, con muchos de sus protagonistas bolígrafo en mano e ideando dedicatorias, y las ya comentadas rosas rojas ganaban por goleada a las extrañas azules y multicolores...

Gracias por el libro. Qué ojo, uno de los más vendidos, soy una gurú... Y gracias por la rosa. T'estimo, me encanta estar contigo, y poder disfrutar de días como éste. Pasear por tus calles llega a compensar la añoranza de olor de filetes empanados en la fiambrera...


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