Pan y calçots II

Hace once meses que tomé parte de un acontecimiento típico catalán conocido como 'calçotada'. Lo expliqué aquí, si quieren recordarlo. Tuve un ¿repetimos? recientemente, así que hago repaso.

Lo de comer calçots lo veo como la excusa perfecta para hacer barbacoa cuando el tiempo no es especialmente propicio para ello. Se podría entender como la matanza de tierras castellanas, a menor escala, de menor duración y contenido, claro está. El concepto ya es de por sí muy catalán: un día a alguien se le ocurre enterrar una cebolla de nuevo, "a ver qué pasa", no hay que desaprovechar nada de nada, y entonces sale ese algo indefinido a medio camino entre cebolla y puerro de sabor ¿dulzón? Puesto a fuego vivo hasta que las capas más exteriores se queden bien negras, pelado y untado en una salsa de tomate y frutos secos (para la receta exacta está el google), pues se va comiendo mientras te pringas las manos. Después ya viene lo serio, las butifarras, el cordero... si fuera un poquito más pequeño ya se triunfa más pero es lo que hay.

El proceso en imágenes podría ser el siguiente:

Es fundamental preparar una buena fogata.

Se ha de trabajar duro para ello, sin descanso, ni siquiera para un tentempié.

Supervisar lo que se prepara para conseguir las llamas adecuadas.

Observar bien para encontrar el momento justo para colocar los calçots.

Hay que salpimentar bien la ovejita lucera porque su carne es... no es lechazo.

El preparativo más divertido es chafar las alcachofas, una gran decisión es pensar que es la cabeza de alguien...

El elemento estrella.

La transición de llamas a brasas, cuando los calçots ya están y hay que hacer la carne. Hay maneras y maneras...

Controlando que las 'butis' se hagan interior y exteriormente.

Para chuparse los dedos.

¿Y ya nos hemos comido todo?

El motivo de esta performance era celebrar tardíamente el cumpleaños de la modelo fotográfica Ruth. Junto a ella, Adri, Berni, Dani, Mario, Noe y Quim. Como fotógrafa, la abajo firmante.