lunes, 26 de julio de 2010

¡Oh, capitán, mi Capitán!


Se va y no sé yo si alcanzaré a ver otro como él. Tomás Guasch, periodista del diario As. Es el jugador más importante de la historia del Madrid junto con Di Stéfano. Quique González, cantante. El Real Madrid desde hoy será un poco menos Real Madrid. Javier Marías, escritor.

Robo titulares a la gente. Y de mi cosecha añado un GRACIAS tan grande como su trayectoria, brillante, genial, interminable. Gracias por dárnoslo todo. Gracias por tus goles, tus "cucharillas", tu aguanís, tu imán en el área pequeña, tu correr más que nadie, tus ganas, desde que debutaste hasta tu último partido. Gracias por partirte la cara por tus colores. Gracias por ser el jugador más limpio y honrado que ha pisado un césped. Gracias por ser del Madrid. Gracias por ser el Madrid. Porque yo soy del Raúl Madrid. Porque si ahora me tengo que hacer de un equipo alemán, me haré. Porque mi primera camiseta de fútbol, blanca por supuesto, llevaba tu dorsal, tu primer dorsal, a la espalda. Y aunque no es el 7, tú siempre serás el 7. Juanito maravilla, sí, Butragueño, Amancio, claro... pero tú... tú eres el escudo.
Presumiré de haber visto jugar al fútbol al más grande jugador español. Yo vi jugar a Raúl en el Bernabéu, con el Madrid por supuesto, ¿con quién si no?
Mis recuerdos de fútbol están ligados a Raúl. Porque con ocho años yo ya entendía un poco sobre el deporte que me gusta tanto, que me convierte en un ser extraño y me trastorna, que "me mata, me da la vida". Y con ocho años le vi debutar, le vi marcar su primer gol... y vi todos los que siguieron. Y los celebré todos, como no celebraré ninguno más. Nada será igual. ¿Por qué siempre se marchan los mejores? Ay, la vida... Al menos le disfruté durante toda su trayectoria.
¿Y ahora? Ahora, a seguir la Bundesliga. ¿Que por qué soy del Madrid? Entre otras razones, que ahora no recuerdo, por Raúl.
No voy a olvidarme del 14, ese genio incomprendido. Otro grande, otra despedida triste... que sí, que es una mierda que siempre se vayan los mejores.

Y un tirón de orejas virtual a mi tío y mi padrino, 663 km más allá, porque tiene una edad única y maravillosa.

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